Una vez más os compartimos que la misión de Redemptoris Custos parte del sacramento del bautismo. Vivir y llevar a todos los hombres la vida del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo con la certeza de que, cuando las personas estamos vivas por dentro, creamos un mundo fraterno por fuera.

Queremos custodiar con María y San José a ese «Jesús» que habita nuestros corazones desde el momento del bautismo; queremos invertir todo lo que esté de nuestra parte para anunciar el Kerigma, decirle a todos «Cristo ha muerto y resucitado» por nosotros para darnos la vida eterna.

A todos aquellos que entendáis esta misión os pedimos vuestro apoyo a través del Amor; ese Amor en forma de oración, de ayuno o de limosna. Como somos conscientes de que detrás de cada céntimo hay horas de trabajo, cansancio, esfuerzo, posiblemente sufrimiento, tenemos claro que vuestro  dinero es digno de ser tratado con el máximo respeto y delicadeza porque detrás está vuestra vida invertida en conseguirlo. Consideramos que vuestra donación la depositáis, no simplemente en una cuenta bancaria, sino en el corazón de San José que no dejará de dar el ciento por uno  a todos aquellos que hagan posible que su Hijo Jesucristo y su esposa Santa María sean cada vez más conocidos y amados, en este caso por las acciones de Redemptoris Custos, un instrumento en sus manos.

En nombre de nuestra Madre la Virgen María y de San José, os damos las gracias por hacer posible con vuestras oraciones y ayuda económica (con vuestro amor), el que Jesús llegue a todo el mundo. Nos dice la Palabra de Dios: «No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch. 4,12)
Dice el Señor Jesús: «Cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa» (Mc. 9,41); a Él que nos hizo esta promesa le pedimos en nuestras oraciones y en cada eucaristía que recompense vuestros gestos de amor.