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Rosario Kerigma

Redemptoris CustosDice la Palabra de Dios: «María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón.» (Lc. 2,19). Es vital, cuestión de vida o muerte, guardar el Kerigma y meditarlo en el corazón; vivir habitados por esta experiencia: «Jesucristo, el hijo de Dios, ha muerto por mis pecados y ha resucitado para mi salvación» (Cf. Rm 4,25).

El Rosario Kerigma es un medio sencillo para recordar y meditar con María y San José el amor de Dios manifestado en Su Hijo Jesucristo. Es un rosario normal y a la vez no lo es: normal en cuanto sigue la normalidad del rosario de siempre: el Padrenuestro, diez Avemarías y el Gloria, lo diferente se encuentra en que se es una mezcla de los misterios Gozos, Luminosos, Dolorosos y Gloriosos; quedando así los misterios que meditamos en el Rosario Kerigma:

• La encarnación del Hijo de Dios
• El bautismos del Señor
• La muerte de nuestro Señor Jesucristo
• La resurrección del Señor
• Envío del Espíritu Santo

Las cuentas del rosario son blancas y el terminal de las decenas rojo. Con el blanco  queremos expresar nuestro bautismo:

«Uno de los soldados le traspasó  el costado y al punto salió sangre y agua» (Jn. 19,34).

¡Qué maravilla el poder creer que nuestro bautismo nació en el costado de Cristo! También está el misterio pascual representado en la cruz de San Damián donde aparece Jesucristo crucificado y resucitado.

San José también se encuentra presente en el Rosario Kerigma: La pieza central que une el rosario es la imagen de la Sagrada Familia y, las siete cuentas que van desde la cruz hasta la pieza de la Sagrada Familia expresan los siete dolores y gozos de San José.

Los siglos han demostrado a la Iglesia el poder que Dios le ha concedido al rosario. Esta sencilla, monótona  y rutinaria oración tiene poder de hacer de los cristianos verdaderos amigos de Jesucristo; tiene poder de alcanzar grandes gracias de Dios, tiene poder de conversión, de sanación, de ganar difíciles batallas. El rosario es una extraordinaria gracia de Dios dada a la Iglesia de Jesucristo.

Con el Rosario Kerigma queremos guardar en el corazón, con la ayuda de María y San José, la entrega de Jesucristo por cada uno de nosotros. Pero no es un guardar intimista sino misionero; el meditarlo se convierte en nosotros en urgencia misionera. Creemos que las grandes batallas que tiene que librar Redemptoris Custos a lo largo de años serán ganadas por medio del Rosario Kerigma. Queremos vivir y anunciar el Kerigma y esto sólo es posible viviendo muy cerca de Jesús, María y San José, y creemos, por experiencia,  que un medio sencillo y poderoso  para lograrlo es el rosario.

El paso de los años, con sus diferentes circunstancias, pueden llevar al ser humano a perder de vista el horizonte, desistir de la meta, renunciar a sus ideales. El rezar verdaderamente  el Rosario Kerigma custodiará en Redemptoris Custos la misión para la cual estamos en la Iglesia: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo » (Mt. 28,19); para nosotros el rezar el rosario es una forma muy concreta de custodiar la vida de Jesús en nuestros corazones y a la vez, de cuidar la misión que se nos ha confiado.

El rezo del rosario nos lleva al anuncio del Kerigma y también con el rosario custodiamos el anuncio hecho. El rezo del rosario no es un propósito que uno hace sino una gracia que recibe.

Por eso os animamos a que le pidáis a Jesús, a María y a San José esta gracia y así  poder meditar, guardar y anunciar el Kerigma. Con María y San José, entrar cada día en ese maravilloso misterio para poder anunciarlo:
Jesucristo ha muerto y resucitado por mí. «Me amó y se entrego por mí» (Gál2,20)

Oración

Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros,
que, por el anuncio del ángel,
hemos conocido la encarnación de tu Hijo,
para que lleguemos por su pasión y su cruz,
y con la intercesión de la Virgen María,
a la gloria de la resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo,
que Contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos. Amén