Adoraciones
En la adoración Eucarística se va forjando Redemptoris Custos; se forja nuestra misión, nuestra vida cristiana, nuestra vida fraterna.
El gran engaño del diablo es llevarnos a abandonar la adoración, convenciéndonos de que hay que hacer muchas cosas, que lo importante son las obras. En Redemptoris Custos las obras parten de Él; queremos secundar sus obras, no desgastarnos en las nuestras. Somos unos pobres hombres y mujeres que creemos que con la ayuda de San José se puede vivir la misión y toda la vida cristiana desde la doxología eucarística:
POR CRISTO, CON CRISTO Y EN CRISTO
La gran enfermedad que padecen muchos cristianos se llama: «Anemia espiritual»; sin oración verdadera no hay fuerzas para amar, para ir a la cruz, para evangelizar.
Detrás de un verdadero evangelizador hay muchos ratos de adoración. La fuerza, el amor y la creatividad para anunciar el Kerigma vienen de la adoración. Todos aquellos que miran a San José terminan delante de Jesús Eucaristía, todos aquellos que verdaderamente van a María terminan de rodillas delante de Cristo.
Para Redemptoris Custos es fundamental el encuentro con Jesucristo en la oración. San José custodia en nosotros la amistad personal con Jesús, presente de una forma muy especial en la Eucaristía. Por eso intentamos reunirnos semanalmente para la adoración eucarística.
San José custodia en nosotros esa necesidad de estar con Jesús para luego llegar a nuestros hermanos más cargados de gestos que de palabras. En la adoración escuchamos a Jesús:
«Vosotros sois mis amigos» (Jn. 15, 14)
«Tengo Sed» (Jn. 19.28)
«Sólo hay una cosa importante» (Lc. 10, 41-42)
«Id y haced discípulos» (Mt. 28,19)
Los momentos de adoración no están orientados a los jóvenes, no es una adoración para matrimonios, ni para niños, ni para los abuelos, es un momento de estar delante de Jesús TODOS. Desde los inicios, el Señor ha querido darnos esta gracia: ESTAR TODOS JUNTOS CON Él. La experiencia nos ha demostrado que los niños adoran, que los jóvenes adoran, que los abuelos adoran, que la Iglesia de Jesucristo está capacitada para la adoración.
El hacer estos encuentros en un convento de Carmelitas Descalzas nos va enseñando que la verdadera adoración es misionera, que el encuentro con Cristo aviva en el corazón la pasión por anunciar a todos los hermanos el Kerigma:
«Cristo ha muerto y resucitado por ti».
Ellas encarnan para nosotros aquello que dijo y dice Santa Teresa a las Carmelitas:
«Sólo os pido que le miréis a Él»
San José, nuestra madre la Virgen María y todos los ángeles y santos nos ayudan a «Mirarlo a Él», y desde su mirada mirar al hermano. Cuando no se mira a Cristo, hay ceguera espiritual que impide verlo a Él presente en cada hermano.
Redemptoris Custos intenta tener los ojos del corazón fijos en el corazón traspasado de Cristo en la Cruz, del cual salió sangre y agua al ser atravesado por la lanza del soldado (Jn 19,34). En ese agua y sangre reconocemos, como nos lo enseña nuestra madre la Iglesia, el Bautismo y la Eucaristía. Por eso el estar delante de Jesús en la adoración Eucarística nos da claridad de nuestra misión en el mundo.
Oración
Oh Dios, que en este sacramento admirable
nos dejaste el memorial de tu pasión,
te pedimos nos concedas venerar de tal modo
los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre,
que experimentemos constantemente en nosotros
el fruto de tu redención.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por
los siglos de los siglos. Amén