La Eucaristía

Altar mayor de la Archibasílica de Letrán (Roma)
«SACROS, LATERAN, ECLEES, OMNVUM VRBIS ET ORBIS ECCLEIARVM MATER ET CAPVT»
Queremos hablar de la Eucaristía como fuente de nuestra espiritualidad teniendo delante el altar mayor de la Archibasílica de Letrán en Roma, con la inscripción en latín que significa:
«Sacrosanta Iglesia Lateranense madre y cabeza de las Iglesias de toda la ciudad y del mundo»
Con ello queremos expresar que para nosotros es fundamental vivir unidos a la Iglesia de Roma y que celebrar la Eucaristía nos fortalece en esta unidad con Roma y con el Papa. Queremos vivir al servicio de la Iglesia amándola y obedeciéndola, sabiendo que esta gracia la recibimos de la Eucaristía.
Tenemos la experiencia de que la convivencia con San José y María llevan al amor y la obediencia a la Iglesia y a Jesús, que en la Eucaristía se parte y reparte para que seamos UNO. (Jn, 17)
Creyendo las Palabras de Jesús que nos dice
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros» (Jn. 6,53)
nos acercamos a la Eucaristía y a la adoración eucarística sabiendo que allí recibimos vida y vida en abundancia, para nosotros y para compartir con nuestros hermanos.
La celebración de la Eucaristía se convierte para nosotros en claridad misionera: celebramos el Kerigma, la muerte y resurrección de Jesús; nos alimentamos del Kerigma, la muerte y resurrección de Jesús, para luego poder anunciar el Kerigma, la muerte y resurrección de Jesús.
Tenemos la experiencia de que nuestro bautismo se desarrolla y fortalece en la medida que celebramos la Eucaristía.
La presencia real de Jesús en el sacramento de la Eucaristía nos lleva a pasar muchos ratos delante de Él, adorándole, escuchándole y recibiendo de Él la misericordia que deseamos compartir con todos nuestros hermanos; en su presencia aprendemos y hacemos vida sus palabras:
«Nadie me quita la vida, Yo la entrego libremente»(Jn. 10,18)
Nuestro apostolado, vida fraterna y todo lo que vivamos parte del corazón traspasado de Jesús como de su fuente y tiende a Él como a su fin; sabemos que en la Eucaristía está totalmente su corazón, por eso es vital para nosotros el encuentro con Él en la celebración de la Eucaristía y su adoración en el Santísimo Sacramento.
Sabemos que Redemptoris Custos sólo puede servir a la Iglesia con un amor eucarístico: amor que sabe callar, que sabe ceder, perder, perdonar, que entiende de desprecios, de humillaciones, de servicio, de segundos planos, de gratuidad, de cruz y es por eso que pedimos a Jesús, María y José la gracia de recorrer esos caminos para cuidar la vida eterna en nosotros y en nuestros hermanos.
Intentamos cuidar al detalle y al extremo que la celebración de la Eucaristía sea lo más digna posible y celebrada siempre como lo quiere y lo manda nuestra madre la Iglesia.
Oración
Señor, que por el misterio pascual de tu Hijo,
realizaste la redención de los hombres,
concédenos avanzar por el camino de la salvación,
a quienes, celebrando los sacramentos,
proclamamos con fe
la muerte y resurrección de Cristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén