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Peregrinación a Fátima

Redemptoris CustosNUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA

«Se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino» Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora» Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga» Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua» Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala» llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino Bueno hasta ahora»» (Jn. 2,1-10)

Tenemos la experiencia de que en Fátima se convierte el agua en vino. Se va con tristeza y se regresa con alegría, se va con miedos y se regresa lleno de fortaleza y confianza, se va con oscuridad y se regresa lleno de luz, se va sin fe y se regresa con fe, se  va sin amor y se regresa borracho de amor.

Allí la Madre hace posible que se renueve en nosotros la gracia del bautismo, allí se recobran fuerzas para anunciar el evangelio con nuevo ardor, nuevos métodos y nueva expresión, como decía  San Juan Pablo II.

De Fátima se regresa con pasión misionera para anunciar el Kerigma y lo único que pide la Madre para todos estos milagros es un corazón de niño.  En Fátima se escucha esa dulce y firme indicación de ella: «Haced lo que Él os diga» (Jn. 2,5)

Redmeptoris Custos peregrina anualmente al Santuario de Nuestra Señora de Fátima en Portugal. Lo hacemos los días cercanos al 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, fecha en la cual fuimos aprobados por la Iglesia; vamos para agradecer las gracias recibidas durante el año, vamos para estar con la Madre, con Jesús, con San José, para vivir días de fraternidad.

Sentimos una misteriosa y fascinante atracción por ese santuario en concreto. Las razones pueden ser varias:  La sencillez del lugar que manifiesta la inocencia de los tres pastorcitos; en Redemptoris Custos nos sentimos muy pobres, pequeños y con mucha necesidad de María; necesidad que siente el niño de su Madre. Queremos ir y pedirle a la Virgen, a Jesús y a San José que nos den y custodien en nosotros un corazón de niño para responder como lo hicieron los tres pastorcitos: Lucía, Jacinta y Francisco.

El 13 de octubre de 1917, en la última aparición, estaban con la Virgen, San José y Jesús, la Sagrada Familia en completo. En Redemptoris Custos las familias son fundamentales, desde los inicios de nuestros caminar el Señor ha puesto familias, ha ido construyendo con familias y le pedimos la gracia de que siempre sea así. Por eso la peregrinación a Fátima siempre la hacemos con las familias: padres, niños, jóvenes, abuelos, suegras, cuñadas, tíos…etc…

También está la vinculación de San Juan Pablo II con Fátima. Él, quien escribió la exhortación Redemptoris Custos, sufrió el atentado el 13 de mayo de 1981. Ir a Fátima es percibir su presencia.

Nos sentimos identificados con los mensajes trasmitidos por la Virgen a los pastorcitos cuando les habla de la realidad del cielo, del purgatorio y del infierno. Mientras nuestra madre la Iglesia no nos diga lo contrario, los acogemos como verdaderos. Comprendemos y queremos comprender cada vez más la importancia de la oración y el sacrificio en el camino evangelizador que se transmite en los mensajes de Fátima.

La oración enseñada por el Ángel a los pastorcitos está integrada en los momentos de adoración que hacemos semanalmente:

«Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con los que Él es ofendido. Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores».

Nuestra Madre se presenta a los pastorcitos como la Virgen del Rosario y les pide rezar siempre el rosario por la conversión de la humanidad y por el don de la paz. En Redemptoris Custos podemos decir con sencillez de corazón que la Virgen nos ha dado la gracia del rosario, no es un propósito que hacemos, es una gracia que hemos recibido a la cual intentamos responder con nuestra frágil fidelidad.

En algunos momentos hemos escuchado la pregunta de por qué ir siempre a Fátima, nos dicen que existen otros santuarios marianos preciosos y que también está allí la presencia de María, esto no lo discutimos ni lo podemos en duda. En Redemptoris Custos, sencillamente, queremos ir a Fátima y el que quiera venir con nosotros año tras año será acogido y agradecemos su presencia.

A Jesús y San José le pedimos la gracia de ir cada año a la casa de la Madre y sencillamente hacer la experiencia de estar en Nazaret, con los tres. Y pedimos que los pastorcitos alcancen para Redemptoris Custos la gracia de tener siempre corazón de niños.

Oración

Oh Dios,
que hiciste a la Madre de tu Hijo
también Madre nuestra,
concédenos que, perseverando en la penitencia
y en la plegaria por la salvación del mundo,
podamos promover cada día con mayor eficacia
el reino de Cristo.
Él, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los Siglos de los Siglos. Amén.