Skip to content Skip to footer

Dónde estamos

Redemptoris Custos

Queremos compartir con vosotros esta imagen del mundo lleno de la presencia de Jesús, María y San José con la cita bíblica:

«Es obra del Espíritu Santo» (Mt. 1,20),

palabras dichas a San José (Mt. 1,20) y a María (Lc. 1,35). Como ellos, nos creemos esas palabras dichas también a nosotros, al igual que nos creemos las que el ángel dijo a María:

«Para Dios nada hay imposible» (Lc. 1,37)

¿Dónde estamos? Ante todo, los miembros de Redemptoris Custos ESTAMOS EN CAMINO DE CONVERSIÓN. Humildemente intentamos nacer cada día a la gracia bautismal. Acogemos las palabras de Jesús dirigidas a Nicodemo:

«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios» (Jn. 3,5)

La Providencia Divina ha querido que la sede de Redemptoris Custos esté en un pequeño espacio del convento de Carmelitas Descalzas de Santa Teresa de Jesús en la c/ Ponzano, 79 de Madrid. Los dos espacios, el de ellas y el de Redemptoris Custos, están totalmente diferenciados para no ser impedimento para que ellas vivan su misión y carisma.

Cada día aprendemos de ellas que, unidos a Jesús, María y San José, se puede estar presente en los cinco continentes; por eso humildemente podemos decir que desde nuestra diaria conversión y oración estamos en cada país del mundo, en los cinco continentes.

En todos los países del mundo hay algún hermano bautizado y seguramente muchos que no lo están. Pues allí está la Sagrada Familia y con ellos queremos estar también nosotros, ayudando a custodiar la vida eterna dada por Cristo en el bautismo y anunciándola a quien no la conoce.

San José es el hombre que sabe vivir en los tiempos y en las promesas de Dios; nosotros, los miembros de Redemptoris Custos, queremos vivir como él.

Pedimos a San José y a María el vivir con el «Tengo sed» (Jn. 19,28) de Jesús en nuestros corazones y desde ahí vivir con los humildes deseos de poder llevar a todo el mundo el anuncio del Kerigma:

«Cristo el hijo de Dios ha muerto y resucitado por ti para perdonarte los pecados y darte vida eterna»

Sabemos que es cuestión de dar un voto de confianza al Espíritu Santo para que sea realidad la presencia de Redemptoris Custos en el mundo entero.

En los tiempos y espacios humanos somos una pequeñísima semilla sembrada en Madrid y en Ferrol (Galicia); en los tiempos y caminos de Dios somos unos pobres soñadores que nos creemos la Palabra de Dios y por eso os compartimos con alegría que estamos en los cinco continentes… es cuestión de fe, santidad y tiempos de Dios.

Creemos la Palabra de Dios

«El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. Decía también: Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra» (Cf. Mc. 4,26-32)

Para muchos, somos unos pobres ilusos, pero nosotros queremos ser unos pobres creyentes de la Palabra de Dios que también nos promete:

«Es obra del Espíritu Santo» (Mt. 1,20)

Nos llena de confianza y de humilde audacia esta Palabra de Dios:

«Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente» (Sal. 117,23)

Jesús, María y San José van delante de nosotros, abriendo caminos y preparándolo todo con firmeza y suavidad.

Todos los años, el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción y día de la aprobación de Redemptoris Custos, sembramos un árbol  para celebrar un  año más de vida. De esta manera queremos expresar que nuestra misión es dar vida; cuidar y respetar el crecimiento sabio y lento de la vida. De Jesús, María y San José recibimos las fuerzas para creer que algún día la tierra entera estará llena de árboles que expresen la presencia de San José y María custodiando la vida de Cristo en cada cristiano. Lo solemos sembrar en lugares de oración como son los conventos de vida contemplativa y expresar así que nuestras raíces han de estar hundidas en la oración. San José nos ayuda a creer las Palabras de Jesús:

«Sin mí no podéis hacer nada» (Jn. 15,5)

Agradecemos profundamente a todos aquellos hermanos y hermanas nuestras que nos custodian con su oración.

Oración

Señor, tú has querido que tu Iglesia
sea sacramento de salvación para todos los hombres,
a fin de que la obra redentora de Cristo
persevere hasta el fin de los tiempos;
mueve ahora los corazones de tus fieles
y concédenos la gracia de sentir
que nos llamas con urgencia
a trabajar por la salvación del mundo,
para que de todas las naciones,
se forme y desarrolle un solo pueblo,
una sola familia, consagrada a tu nombre.
Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo,
que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos. Amén