Retiro Kerigma
En Redemptoris Custos todo gira en torno al bautismo y al Kerigma, es decir, el anuncio de la muerte y resurrección de Cristo, el Hijo de Dios que murió y resucito para perdonarnos los pecados y darnos vida eterna. En la Iglesia no tenemos otro anuncio más grande para realizar y tampoco se puede hacer un anuncio mayor cuando se plantea un retiro.
Ponemos todos los medios para que se pueda escuchar y profundizar en esta gran noticia. Sólo el encuentro personal con Cristo muerto y resucitado puede cambiar nuestras vidas, hacerlas más felices, más llenas de paz, más creyentes, más fraternas, más misioneras.
Presentamos el retiro Kerigma con el icono de la transfiguración de Jesús, porque recoge muy bien la experiencia que se puede vivir allí.
«Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar. Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y sus vestidos eran de una blancura fulgurante, y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y Elías; los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a cumplir en Jerusalén. Y sucedió que, al separarse ellos de él, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí!» Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor. Y vino una voz desde la nube, que decía: «Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle»» (Lc 9,28-35)
En la Transfiguración no están todos los apóstoles, sólo Pedro, Santiago y Juan; fueron los que Jesús eligió para darles esta gracia; ¿por qué ellos?, ¿por qué sólo tres?, ¿qué los diferenciaba del resto de los apóstoles? La respuesta sólo está en el corazón de Jesús. Al retiro Kerigma van los que Jesús elige e invita.
Los que están en el monte Tabor son introducidos en una nube; la nube en sentido bíblico en algunos momentos hace referencia a la persona del Espíritu Santo; los retiros Kerigma están marcados por la presencia del Espíritu Santo, es Él quien hace comprensible y ayuda a la acogida del anuncio del Kerigma.
Aparecen Moisés y Elías hablando con Jesús de su pasión y muerte y Él, transfigurado; sólo su pasión, muerte y resurrección tienen el poder de transfigurarnos y hacer de nosotros personas nuevas.
En medio de la nube se escucha la voz del Padre que invita a escuchar al Hijo amado. A un retiro Kerigma se va a escuchar al Amado y por eso se desarrolla en medio de un ambiente de total silencio. Pedro manifiesta su experiencia diciendo: «¡Maestro, qué bien se está aquí!». La novedad en los retiros Kerigma tiene nombre:
JESUCRISTO MUERTO Y RESUCITADO POR CADA UNO DE NOSOTROS.
Algunos se preguntan: ¿Qué se hace en un retiro Kerigma? Esa no es la pregunta fundamental, lo verdaderamente importante es ¿con quién me encuentro en un retiro Kerigma?
¿En tu vida ya has tenido un encuentro personal con Cristo muerto y resucitado por ti? ¿Lo sabes por experiencia o te lo han contado otros? En la fe no se puede vivir de oídas, es fundamental poder decir: Jesucristo está vivo y yo me he encontrado con Él. Una fe de oídas no convence a nadie, sólo hace feliz lo que se tiene por experiencia. Pregúntate por tu pasión misionera y ese será el termómetro que te dirá si realmente te has encontrado con Él.
Un retiro Kerigma se puede hacer una y otra vez, miles de veces, porque nunca una criatura llegará a meditar lo suficiente, aquí en la tierra, lo que significa que el Hijo de Dios haya muerto y resucitado por ella. Nunca se llegará hasta el fondo de ese misterioso amor.
El fruto del retiro Kerigma es poder decir y vivir lo que San Pablo nos comparte en la Palabra:
«Con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí.» (Gál 2,19-20) y
«Ay de mí si no anunciare el evangelio» (1Cor 9,16)
Recurrimos a la poderos intercesión de nuestra Madre, la Virgen María, y de San José para pedirles que sean miles y millones los que se encuentren con Cristo muerto y resucitado por medio del retiro Kerigma o por alguno de esos innumerables medios que el Espíritu Santo regala a la Iglesia.
Oración
Oh Dios, que en la gloriosa Transfiguración de tu Unigénito
confirmaste los misterios de la fe
con el testimonio de los profetas,
y prefiguraste maravillosamente
nuestra perfecta adopción como hijos tuyos,
concédenos, te rogamos,
que, escuchando siempre la palabra de tu Hijo, el Predilecto,
seamos un día coherederos de su gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que Contigo vive y reina
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.