La Palabra de Dios

San José dedico toda su vida a la Palabra encarnada, al Verbo hecho carne; él continúa custodiando a Cristo en la vida de cada cristiano y una forma muy concreta es despertando el amor a las Sagradas Escrituras. Decía San Jerónimo: «desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo»; la misión de San José y María es llevarnos a Jesús y el camino ordinario está en las sagradas escrituras.
En Redemptoris Custos recibimos de nuestra madre la Iglesia el alimento de la Palabra que nos ofrece todos los días en las lecturas bíblicas de la Eucaristía; dedicamos tiempo concreto para alimentarnos de la Palabra y a la vez prepararla como alimento para nuestros hermanos. Somos conscientes que el contacto frecuente con la Palabra hace posible el crecimiento interno y externo de nuestra comunidad.
La pasión por anunciar el Kerigma, es decir, la muerte y resurrección de Jesús nos lleva a querer y a pedir por medio de José y María el tener tatuada en el corazón esta Palabra de Dios:
«Nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra» (Hch 6,4)
El Kerigma no se entiende sino es en la oración, y una verdadera oración lleva a poner mente, corazón y fuerzas por anunciar el Kerigma; cuando se anuncia el kerigma se renueva la gracia bautismal en el que anuncia y en el que escucha el Kerigma.
Queremos ser como San José, hombres y mujeres de silencio, de contemplación, de diálogo permanente con Dios. Por eso buscamos esos tiempos concretos de oración donde experimentamos la alegría de renacer a la vida del Espíritu gracias a:
«la Palabra de Dios que es viva y eficaz» (Hb 4,12)
Estamos totalmente convencidos de que:
«No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt, 4, 3-4),
por eso ponemos todo lo que esté de nuestra parte para llevar la Palabra de Dios a nuestros hermanos; unas veces lo hacemos desde la catequesis, otras desde los retiros, otras en la dirección espiritual, otras con las obras de misericordia espirituales y corporales, toda oportunidad que el Espíritu Santo nos conceda la queremos aprovechar para compartir la Palabra.
Le agradecemos al Papa Francisco el que haya dedicado el tercer domingo del tiempo ordinario a la Palabra de Dios para ayudarnos a tomar una mayor conciencia de lo vital que es ella para toda la Iglesia universal. Al lado de San José y María aprendemos ese amor a la Palabra de Dios, ellos nos ayudan a vivir con un corazón misionero que se alimenta de la Palabra y en ella se escucha al mismo Jesús que nos dice:
«He venido a traer fuego a la tierra y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardiendo!» (Lc 12,49)
A San José y a María les pedimos la gracia de vivir con el «Tengo sed» (Jn 19,28) de Jesús en nuestros corazones para llevar el evangelio con hechos y palabras allí donde nuestros hermanos mueren por anemia espiritual.
Para un mayor acercamiento a la Palabra de Dios y descubrir su gran riqueza, el Papa Francisco nos escribió la carta apostólica «Aperuit Illis», la cual invitamos a leer, orar y hacerla vida.
Oración
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
MAGNIFICAT (Lc. 1, 46-55)