Skip to content Skip to footer

San Juan Pablo II

Redemptoris Custos
¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo! 

El Papa San Juan Pablo II fue quien escribió la exhortación apostólica «Redemptoris Custos», por lo que creemos que con su ayuda el Espíritu Santo ha hecho posible nuestra existencia en la Iglesia. Nos encomendamos a él con una especial predilección, con la certeza que desde el Cielo pondrá todo de su parte para que la Exhortación Redemptoris Custos no se quede en unos simples escritos olvidados en la historia de la Iglesia, sino que tome vida en muchísimos hombres y mujeres que viviendo como San José custodiemos el don del Bautismo y a la vez anunciemos el Kerigma para que sean muchos que puedan acoger el perdón de los pecados dado en Cristo y también la vida Eterna que se nos da en su muerte y resurrección.

Los miembros de Redemptoris Custos acogemos las palabras del Papa San Juan Pablo II: No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo! ; es estas palabras encontramos fuerza misionera para ir a todas las personas y llevarles al Redentor al cual San José consagró toda su vida.

El Custodio del Redentor nos enseña la alegría que se encuentra en ese NO TEMÁIS; San José nos enseña a vivir en la confianza y en el abandono en los planes amorosos de Dios. Vivir sin miedos, sin complejos y llenos de valentía sabiendo que es DICHOSO QUIEN PONE SU CONFIANZA EN EL SEÑOR (Sal. 1)

San José es ese hombre que abrió las puertas de su corazón para acoger al Niño y a su Madre y nos anima a que lo hagamos como él lo hizo.

Hemos recibido como un regalo de Dios el que Don Carlos Osoro Sierra, el Cardenal de Madrid, quien aprobó La Asociación Redemptoris Custos,  haya querido dedicar una de las capillas laterales de la Catedral de la Almudena a San Juan Pablo II el día 13 de Noviembre de 2022. Esta capilla es y será para nosotros un lugar de oración y de peregrinación.

Oración

Oh, Dios, rico en misericordia, que has querido que
san Juan Pablo II, Papa, guiara toda tu Iglesia,
te pedimos que, instruidos por sus enseñanzas,
nos concedas abrir confiadamente nuestros corazones
a la gracia salvadora de Cristo, único redentor del hombre.
Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos. Amén