Obras de Misericordia

Con esta imagen conocida como la «Trinidad misericordiosa» queremos expresar los frutos de la vivencia del sacramento del bautismo; nos dice Jesús: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6, 36). En otro pasaje evangélico nos habla del juicio final planteado en clave de misericordia: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme. En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.»
(Mt. 25,34-40).
De muchos es conocida la lista de las obras de misericordia, corporales y espirituales, propuesta por nuestra madre la Iglesia:
Visitar a los enfermos
Dar de comer al hambriento
Dar de beber al sediento
Dar posada al peregrino
Vestir al desnudo
Visitar a los presos
Enterrar a los difuntos
Enseñar al que no sabe
Dar buen consejo al que lo necesita
Corregir al que se equivoca
Perdonar al que nos ofende
Consolar al triste
Sufrir con paciencia los defectos del prójimo
Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos
Toda persona que acoja con corazón creyente el Kerigma: Cristo murió y resucitó por mí, se preguntará inmediatamente: ¿Qué puedo hacer para corresponder a tanto amor? En las obras de misericordia espirituales y corporales se nos da la respuesta. Redemptoris Custos tiene la experiencia de que al lado de San José se aprende a ser muy concretos en el amor.
Nos dice San Pablo: «En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. El Espíritu da a uno la sabiduría para hablar; a otro, la ciencia para enseñar, según el mismo Espíritu; a otro, la fe, también en el mismo Espíritu. A este se le da el don de curar, siempre en ese único Espíritu; a aquel, el don de hacer milagros; a uno, el don de profecía; a otro, el don de juzgar sobre el valor de los dones del Espíritu; a este, el don de lenguas; a aquel, el don de interpretarlas. Pero en todo esto, es el mismo y único Espíritu el que actúa, distribuyendo sus dones a cada uno en particular como él quiere». (1Cor 12,7-11)
En Remptoris Custos vivimos con la certeza de que cada persona es única en todo el universo y que sólo Dios la conoce totalmente y sólo Él le indicará su lugar en la Iglesia para vivir y expresar la misericordia. Las necesidades en la Iglesia son inmensas, hay trabajo para todo el que esté dispuesto a vivir su bautismo.
Muchas veces se nos ha hecho esta pregunta: ¿Qué es lo especifico de Redemptoris Custos? La respuesta es y seguirá siendo: «LA VIVIENCIA DEL SACRAMENTO DEL BAUTISMO»; a quien le parezca que es algo muy general que empiece a vivir su bautismo y se encontrará con lo CONCRETO Y ESPECÍFICO EN SU PROPIA VIDA.
Todo aquello que se nos indica desde fuera tiene muy poca fuerza, pero es distinto cuando es el Espíritu Santo quien nos indica una forma concreta de expresar la misericordia recibida. En Redemptoris Custos no le indicamos a nadie lo que tiene que hacer, humildemente intentamos colaborar con las indicaciones que el Espíritu Santo hace en el corazón de cada hermano.
Que Jesús, María y San José nos ayuden a vivir cada día nuestro bautismo amando en lo concreto, en el detalle, en las necesidades espirituales y corporales de nuestros hermanos.
Oración
Señor, Dios nuestro, concédenos vivir siempre alegres
en tu servicio, porque en servirte a ti, creador de todo bien,
consiste el gozo pleno y verdadero.
Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo que contigo vive y
reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos. Amén