Jesús de la Divina Misericordia

Bajo la protección y compañía de San José y María queremos Custodiar la Vida de Dios en nosotros desde la contemplación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, imagen viva de la Misericordia de Dios. «¿Dónde podrá hallar nuestra debilidad un descanso seguro, sino en las llagas del Salvador? En ellas habito con seguridad, sabiendo que Él puede salvarme…Si cometo un gran pecado, me remorderá la conciencia, pero no perderé la paz, porque me acordaré de las llagas del Señor. ¿Qué hay tan mortífero que no haya sido destruido por la muerte de Cristo…Agujerearon sus manos y pies y atravesaron su costado con la lanza; y, a través de estas hendiduras, puedo gustar y ver qué bueno es el Señor?…las heridas de su cuerpo nos dejan ver la entrañable misericordia de nuestro Dios» (San Bernardo, Abad. L.H. III)
Los miembros de «Redemptoris Custos «, asumimos el gozoso compromiso de implorar la misericordia Divina para nosotros y para el mundo entero, lo haremos con el Rezo de la «Coronilla de la Misericordia», en ella contemplaremos toda la Pasión de Amor de Jesús vivida por cada uno de nosotros y a la vez será el motor de nuestra vida misionera. La Imagen de «Jesús misericordioso» continuamente nos recordará que nacimos del Corazón traspasado de Cristo en el momento que de Él surgió agua y sangre y que nuestra misión es llevar al mayor número de hermanos a que conozcan su Divina Misericordia que es la única que hace posible que volvamos a nacer de nuevo.
(Jn 3,1-5)
«Redemptoris Custos», será esa «Posada» donde Jesús, «el Buen Samaritano» (Lc.10, 30-37) puede confiarnos a los hermanos con la certeza que cuidaremos, hasta el extremo y al detalle, todo gesto y palabra de Misericordia que pueda curar sus heridas. Humildemente buscaremos que nuestras vidas sean encarnación de la Misericordia de Cristo para todo hombre de cualquier raza, sexo, religión o condición social.
Oración.
Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén.
(Papa Francisco, Patris Corde)