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Pastores Dabo Vobis

(Jer. 3, 15)

«Os daré pastores según mi corazón» (Jer 3, 15). Con estas palabras del profeta Jeremías Dios promete a su pueblo no dejarlo nunca privado de pastores que lo congreguen y lo guíen: 

«Pondré al frente de ellas (o sea, de mis ovejas) pastores que las apacienten, y nunca más estarán medrosas ni asustadas» (Jer 23, 4).

En Redemptoris Custos nos creemos que Dios tiene poder y misericordia para cumplir sus promesas y por eso humildemente queremos colaborar para que sus Palabras se cumplan en medio de nosotros; lo hacemos obedeciendo a lo que nos mando en Mt , 9,34; 

“LA MIES ES MUCHA Y LOS OBREROS POCOS, ROGAD, PUES, AL DUEÑO DE LA MIES QUE ENVÍE OBREROS A SU MIES”

La oración pidiendo pastores según su corazón es nuestro primer trabajo para que a la viña del Señor nunca le falten muchos y santos apóstoles dedicados a la “oración y ministerio de la Palabra» (Hch 6, 4).

Nos dice el Papa San Juan Pablo II: ”Sin sacerdotes la Iglesia no podría vivir aquella obediencia fundamental que se sitúa en el centro mismo de su existencia y de su misión en la historia, esto es, la obediencia al mandato de Jesús: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes» (Mt. 28, 19) y «haced esto en conmemoración mía» (Lc. 22, 19; cf. 1 Cor. 11, 24), o sea, el mandato de anunciar el Evangelio y de renovar cada día el sacrificio de su cuerpo entregado y de su sangre derramada por la vida del mundo.

San José, patrono de la Iglesia y protector de los seminarios, pone en nuestros corazones los deseos de ser y colaborar para que muchos sean en la Iglesia pastores según el corazón de Jesús, el buen pastor; pastores que vivan la gracia bautismal desde el don del sacerdocio y que consagren su vida entera al anuncio del Kerigma; pastores que anuncien con gestos y palabras que Cristo ha muerto y resucitado para perdonarnos el pecado y darnos vida eterna. Esto nos lleva a un esmerado trabajo y cuidado de las familias; creemos que la crisis en la escasez de vocaciones sólo se podrá subsanar con un verdadero cuidado de las familias y de la juventud.

San José formó al único y eterno sacerdote, Jesús, y de él aprendemos ese trabajo continuo en la pastoral vocacional; contemplando la vida de San José se aprende a ser pastor según el corazón de Jesús; nadie como san José y María conocen el corazón del GRAN PASTOR, JESÚS, y es por eso que vivimos con la necesidad de la cercanía a la Sagrada Familia para colaborar eficazmente para que nuestra madre la Iglesia tenga los pastores que el mundo de hoy y de los siglos venideros necesita.

Oración

¡Oh Sagrada Familia de Nazaret!, comunidad de amor de Jesús, María y José, modelo e ideal de toda familia cristiana: a ti confiamos nuestras familias.

Abre el corazón de cada hogar a la fe, a la acogida de la Palabra de Dios, al testimonio cristiano, para que llegue a ser manantial de nuevas y santas vocaciones.

Dispón el corazón de los padres para que, con caridad solícita, atención prudente y piedad amorosa, sean para sus hijos guías seguros hacia los bienes espirituales y eternos.

Suscita en el alma de los jóvenes una conciencia recta y una voluntad libre, para que, creciendo en sabiduría, edad y gracia, acojan generosamente el don de la vocación divina

Sagrada Familia de Nazaret, haz que todos nosotros, contemplando e imitando la oración asidua, la obediencia generosa, la pobreza digna y la pureza virginal vividas en ti, nos dispongamos a cumplir la voluntad de Dios, y acompañar  con prudente delicadeza a cuantos de entre nosotros sean llamados a seguir más de cerca al Señor Jesús, que por nosotros “se entregó a sí mismo” (cf. Gál 2,20). Amén.

San Juan Pablo II